lunes, 1 de junio de 2009

Entrevista al Gral. Michel Aoun

Michel Aoun, líder del bloque libanés Cambio y Reforma
'Cuanto más use la fuerza Israel, más crecerá Hizbulá'

Mónica G. Prieto Rabieh (El Líbano)
Actualizado lunes 01/06/2009 11:10 horas
Cuatro años después de su regreso al Líbano tras 15 años de exilio, el general Michel Aoun se ha consagrado como la principal fuerza cristiana del país del cedro. Tras conseguir 21 escaños en las elecciones parlamentarias de 2005 cuando su grupo, Cambio y Reforma, obtuvo 21 escaños frente a los 14 de la coalición Qornet Shehwan —encabezada por las Falanges y las Fuerzas Libanesas—, Aoun firmó una sólida entente con Hizbulá en febrero de 2006 que hace al menos probable que su bloque parlamentario venza, aunque por estrecho margen, en los comicios del 7 de junio.
El general, de 73 años, confía en esa victoria aunque admite que un Gobierno de unidad nacional es la mejor fórmula para mantener la frágil estabilidad del Líbano. Terminada su enemistad con Damasco, contra quien combatió por las armas durante la ocupación siria del Líbano, Aoun ve en Israel el verdadero enemigo de su país.
El líder de la Corriente Patriótica Libre adelanta en esta entrevista exclusiva concedida a EL MUNDO desde su residencia de Rabieh su proyecto político para un futuro Líbano laico y no confesional, donde ninguna secta acapare el poder, no haya lugar para la corrupción y Hizbulá mantenga sus armas para defender al país de Israel.

— ¿Qué resultados arrojan los sondeos preelectorales que manejan?
— Los sondeos nos dan ventaja. Existe la posibilidad de tener un grupo parlamentario bastante importante. Controlar el Parlamento es difícil porque hay muchos partidos, pero con nuestros aliados podemos tener una mayoría.

— Hizbulá propone invitar a sus adversarios políticos a un futuro Gobierno en caso de ganar las elecciones, ofreciéndoles un tercio de bloqueo. ¿Está usted de acuerdo?
— Estoy de acuerdo, vamos a invitarles a participar a un Gobierno de unidad nacional. Si ellos se niegan, tendremos otros suníes en el Ejecutivo con nosotros [para cumplir con el Pacto Nacional, según el cual todas las confesiones deben estar representadas].

— ¿Qué ocurrirá si el 14 de Marzo gana y no ofrece el mismo pacto?
— Ya veremos. Sería algo grave, como un golpe de Estado, es contrario al Pacto Nacional. Según el Pacto, todos tenemos que estar representados de forma equitativa.

— Pero el 14 de Marzo sostiene que encontrará aliados chiíes para respetarlos.
— Ellos dicen que encontrarán chiíes que participen en el Gobierno. Veremos si los encuentran. Cristianos seguro que encontrarán, pero no serán representativos.

— La principal crítica interna contra Hizbulá radica en los acontecimientos de mayo de 2008, cuando dirigieron sus armas contra el interior del Líbano.
— No hay que mirar sólo al acontecimiento en sí, sino apreciar sus causas y consecuencias. La causa fue una decisión gubernamental, y la consecuencia de ésta ponían en peligro la seguridad [de Hizbulá]. El Gobierno de Siniora tomó decisiones contrarias a la declaración ministerial de 2005. En la declaración se declaraba que la Resistencia tiene el derecho de luchar para liberar el territorio ocupado. Un sistema de comunicaciones protegidas forma parte de la lucha armada. Y en un momento dado, el Gobierno rompe con ese acuerdo [desautorizando la red de comunicaciones] creando una amenaza muy grave para Hizbulá, y ésta reaccionó. Eso fue lo que pasó. Israel busca los pequeños fallos, la red secreta de comunicaciones debe estar protegida. No fue una cuestión política, sino un asunto que afectaba a la seguridad del Partido.

— ¿Cree que aquellos combates generaron decepción entre su electorado cristiano?
— No se puede abusar en los ataques contra la seguridad de Hizbula porque tienen armas y las va a utilizar para defenderse. Cuando se trata de autodefensa todo el mundo usa las armas. Hizbulá estaba en una posición de legítima defensa y nadie tiene que pedir permiso para usar las armas. Es normal que se produjese una reacción tan fuerte.

— ¿Veremos una repetición de esos acontecimientos?
— No lo creo, salvo que se tomen decisiones contrarias a las consensuadas por todos los partidos. En 2005 la mayoría actual había firmado el acuerdo con Hizbulá, eran aliados y la mayoría lo era gracias a aquella alianza. Hay que respetar los acuerdos.

— ¿Cuál es su opinión sobre la liberación de los cuatro generales encarcelados por su supuesta participación en el asesinato de Hariri? ¿Confía en el Tribunal Especial?
— Ahora creo que el Tribunal está politizado. No retiro mi apoyo al Tribunal pero tengo mis reservas sobre sus trabajos, porque debería haber consecuencias judiciales para aquéllos que han falsificado la investigacion y los que manipularon a los testigos. Deben ser castigados. En todo caso, y esto concierne a los jueces libaneses, no se puede dar [al Tribunal] prerrogativas ilimitadas. Tenemos la protección de nuestra ley, no podemos someter a un libanés a una ley diferente por un crimen que no ha cometido. Esa es mi reserva. No se le puede dar plena autoridad [al Tribunal] salvo que respete la ley libanesa. Nuestras leyes son incluso más duras cuando se descubre a un criminal respecto a las leyes internacionales. Pero el cuanto al procedimiento, si no hay pruebas incriminatorias no se puede mantener a nadie como acusado. No se puede repetir la situación de los oficiales (…) cuatro años de prisión sin pruebas por puras sospechas.

— Hizbulá ha presentado un programa basado en igualdad y justicia social. ¿Es aplicable este modelo al Líbano, característico por sus diferencias religiosas y políticas?
— La justicia social es incontestable, pero en cuanto a la igualdad hay que aplicar una desconfesionalización del sistema político. Es necesario instaurar un Estado civil laico, que todos los libaneses sean amparados por una ley laica, y tras ello promover una desconfesionalización de la política. Es necesario que ese trabajo comience para pasar de una cultura confesional y cerrada a otra abierta y tolerante, hay que sustituir la política basada en la confrontación. Hay que promover el conocimiento de los demás y habituarse a las diferencias, para que el pueblo colabore en el cambio.

— Se le ha criticado mucho por proponer una modificación a los Acuerdos de Taef, que pusieron fin a la guerra civil.
— Hay algunos desequilibrios en el funcionamiento de las instituciones. Es necesario reestablecer la balanza. Por ejemplo, en caso de conflicto entre el Parlamento y el Gobierno no se puede disolver la Cámara, y eso facilita una acaparación de poder por parte del Gobierno. Eso es inadmisible.

— ¿Qué ha cambiado en Damasco para que usted, que durante años luchó contra la ocupación siria, se haya reconciliado con el país y haya visitado Damasco?
— Siria ya se ha ido. Entonces, ¿queremos continuar la guerra o establecer un modus vivendi pacífico? Siria es nuestro único acceso terrestre a los países árabes, nuestra seguridad está ligada a su seguridad y viceversa, y la primera preocupación es nuestra seguridad. Es el único país [junto a Israel] con quien compartimos fronteras. Lo que hacemos [desde su partido] es mantener una politica de buena vecindad.

— Ahora que se han establecido relaciones diplomáticas, ¿por qué la mayoría parlamentaria sigue temiendo que Siria invada el Líbano?
— Estaban tan subordinados a Siria [durante la ocupación] que ahora quieren demostrar lo contrario. Eso demuestra cierto sentimiento de inferioridad: aquellos que nunca aceptaron la tutela siria no actúan así. Yo resistí durante años, en el Líbano y en el exilio, y nunca me humillé. Cuando ocupaban el Líbano, combatí contra ellos. Ahora que se han ido, ya no hay motivos para seguir en guerra. La guerra es una situación excepcional, pero una vez que se acaban los motivos, ¿por qué tengo que estar en contra de Siria? En cambio los otros se sometieron a la tutela siria, y cuando Siria partió le declararon la guerra. Lo hicieron al revés del curso normal de acontecimientos. [Su asistente, May Akl, hace un inciso para relatar cómo le explicó Aoun su decisión de viajar a Siria. "Me dijo: El soldado valiente no es sólo el que muere en la batalla, también el que sabe reconocer cuándo la batalla ha terminado"].

— En el caso de que la coalición de Hizbula ganara las elecciones, ¿qué cambiaría en Oriente Próximo?
— Fortalecería a la Resistencia. Hamas es demasiado pequeña para responder a los ataques [israelíes] pero el modelo de Hizbulá está creciendo en la región. En ese caso, Israel se encontraría frente a un grave peligro si no presenta una aproximación basada en el derecho y la justicia para arreglar el problema palestino. Cuanto más use la fuerza Israel, más crecerá Hizbulá.

— Sus adversarios insisten en que Hizbulá deponga sus armas. ¿Puede el Líbano defenderse de Israel sin Hizbulá?
— Eso no es posible. Nunca podremos tener un equilibrio de fuerzas clásicas en relación con Israel. Lo que nos da ventaja es la guerra subversiva, la originada en España con las guerrillas contra Napoleón. Nosotros somos el hombre que se enfrenta a la máquina: nuestra guerra es un individuo que lanza un cohete anticarro contra el tanque, o puede que pronto, el hombre escondido con un misil antiaéreo que abate el helicóptero o el avión que sobrevuela a baja altura. Esa es nuestra guerra, hombres que se enfrentan contra máquinas. Y eso no está incluido en la formación de un Ejército clásico.

— ¿Entonces, a su juicio, cuál debe ser el destino de las armas de Hizbulá?
— Deben mantenerlas hasta el final del conflicto, y este es un conflicto interminable porque Israel niega el derecho del retorno a los palestinos. Hace falta una solución en la que participen los palestinos, no se les puede mantener viviendo en la miseria. Primero les meten en campos inhabitables y luego les niegan la posibilidad de volver, incluso de viajar a su país. Viven en una situación inhumana, y la responsable es la comunidad internacional que partió Palestina provocando una guerra de depuración étnica. Hasta ahora, la comunidad internacional no es capaz de encontrar una compensación a esa identidad y ese territorio perdido. Eso podrá durar toda la eternidad.

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